martes, 26 de mayo de 2009

LA NECESIDAD. Paul Eluard

Sin grandes ceremonias en tierra
Junto a aquellos que conservan el equilibrio
En esa desventura del reposo total
Muy cerca del buen camino
En el polvo de la seriedad
Establezco conexiones entre el hombre y la mujer
Entre las pistoleras del sol y el zurrón del vagabundo
Entre las grutas encantadas y el alud
Entre las ojeras y la risa acosada
Entre la mirleta heráldica y la estrella del ajo
Entre la plomada y el rumos del viento
Entre la fuente de las hormigas y el cultivo de las frambuesas
Entre la herradura y la punta de los dedos
Entre la calcedonia y el invierno punzante
Entre las pupilas del endrino y el mimetismo comprobado
Entre la carótida y el espectro de la sal
Entre la araucaria y una cabeza de enano
Entre los rieles en los cruces y la paloma rojiza
Entre el hombre y la mujer
Entre mi soledad y tú

Paul Eluard (1895)

domingo, 24 de mayo de 2009

Poesía. CON LA LENGUA. Eduardo Mitre

Deseo escribir una loa
en honor de tu sexo:
Nido oculto entre la fronda
y las lomas de tu cuerpo.

Abro el Diccionario
de la Lengua Española.
Suavemente mis dedos
separan sus sabias hojas.

Leo, releo y tras una pausa,
transcribo al pie de la letra:
Adufa: plancha, compuerta
para cortar el paso del agua.

Corola: segundo verticilo
de las flores completas...
Brasa: carbón encendido,
rojo por total incandescencia...

Salto, chispeante, a la zeta:
Zaguán: espacio cubierto
situado dentro de una casa,
y que sirve de entrada a ella...

Eduardo Mitre (1943)

viernes, 22 de mayo de 2009

MÁS DE 50 AÑOS DE AMOR

Desde Madrid, desde el corazón de España
viajan estas palabras
este latido infinito
esta manera de vivir y amar la vida
-el trasatlántico enamorado
la algarabía toda del amor-.
Quiero agradeceros, padre y madre,
por el amor que os habéis dado,
porque cada uno fuimos hijos
de eso, de esa maravilla que es la vida
y que a través vuestro creció como una enredadera.
Lorgio, sabio y apasionado, padre mío
Isabel, enérgica, dulce y valiente, madre.
Disteis a la vida, vuestros cuatro hijos:
Paola, en la amada España
Diana, científica y trabajadora
Lorgio, como un Quijote, caminando por la vida
Amelia, abogada y madre
Los hijos de vuestros hijos: Paula, Fabiola, Carolina, Daniel,
Natalia, Laura y Alejandra.
Cada letra de sus nombres, música de la vida,
alegría siempre creciendo.
Padre y Madre
El hombre se echa a caminar…
En este mundo que es nuestro mundo…
Más que un hogar, nos formasteis con devoción
En aquello que tal vez más amabais:
Un mundo más justo, una cierta tolerancia
Un amor por la libertad, por las ganas de volar.
Y, por supuesto, el trabajo…
Nos disteis quizá lo más importante,
Vuestras propias vidas vividas,
Verlas desplegarse en este mundo que es nuestro mundo
Nuestro padre, su alegría y su buen humor, su sagaz inteligencia
La fortaleza de nuestra madre, su “no, señor, “
De todo eso bebimos, y fuimos abiertos para la vida
Para esta vida que cada uno de nosotros diariamente vivimos.
Y el amor siempre traspasa fronteras, por eso que
Vuestro amor siempre fue más que a vosotros dos,
Vuestro amor se extendió como las semillas que las lleva el viento
A otras tierras, a otras extensiones.
Beso ardientemente la vida y en ese beso os amo.

Madrid, 16 de mayo de 2009

Paola Duchên (1960)

jueves, 21 de mayo de 2009

[VIVEN EN NOSOTROS INNÚMEROS]. Fernando Pessoa

Viven en nosotros innúmeros;
Si pienso o siento, ignoro
Quien es que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
Donde se siente o piensa.

Tengo más almas que una.
Hay más yos que yo mismo.
No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.

Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento
Disputan en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan
A quien me sé: yo escribo.

Fernando Pessoa (1888)

martes, 19 de mayo de 2009

Poesía. Del libro "La Mujer y Yo", - 12 -. Miguel Menassa

Destierro de mi vida el llanto,
lastimero, por lo que no tendré.
Observo con inteligencia varonil
lo que ya nunca habrá y no lloro,
no maldigo haber nacido hombre
ni que hayan existido antes de nacer
las veredas, el canto, el sexo abierto,
la locura, las calles alumbradas,
el terraplen, los pájaros cayendo.
Que hubo antes de mí, hermosas mujeres
que amaron a otros hombres, tuvieron otra piel.

Acepto sin rencor provenir del polvo
en todos los sentidos, tierra y amor,
sexo y delirio, todo polvo del polvo.

Quevedo aquí, Vallejo a mi costado,
Machado doliéndose del camino hecho
y tú y yo y el mundo, amada, que nos traga,
si no dejamos de llorar no veremos el sol.
Así, le dije, que lo decido hoy mismo,
aquí contigo en nuestra propia casa:
Los muertos no existen, ya están muertos
no sé porqué, dolidos, seguir llorándolos.
Y la vida, exactamente, plena no existe,
¿para qué seguir ambicionando eso?

Sin sufrir por lo que ya no se ambiciona,
sin llorar ni a los idos ni a los muertos,
comenzaremos a escribir un nuevo verso
y ese verso, clave del tiempo atravesada
por la pequeña alegría personal
de sentirnos felices sin nada que llorar,
morirá para siempre la pobreza,
el mal querer, la angustia por el sexo
pero nunca habrá ni paz, ni libertad
y seremos bellos, altos, bien alimentados
y nos pasaremos siempre haciendo la guerra
contra los feos, bajitos, mal alimentados...

A ver, mi amor,
me dijo ella al borde del enfado,
un verso llano, posible, cerca de la tierra
sobre el que se pueda caminar sin sobresaltos.
Un verso que nos diga la verdad de la vida,
que nos hable con claridad del dolor,
de la pequeña esclavitud de las mujeres,
un verso, querido, que haga la guerra
y que lave los platos con nosotras.
A ver, querido, un verso, que me libere de tí
quiero verte decir, sereno, en algún verso
que tu amor podrá sostener mi libertad.

Abre la celda donde me custodias,
libérate en un verso, vuela fuera de tí.
Mirad, mujeres, mi hombre se arrodilla
al paso, inquietante de la bella.
Escribe, amor, en un poema, que tu amor
ilimitado y eterno, terco e infinito,
es capaz de alegrarse con mi partida
y esperar que yo crezca para amarme.
A ver, querido, escribe en un poema...

Compulsado por ella intenté decirle la verdad:
Fumo y escribo desde los doce años,
cuando me dejan solo me masturbo
y estoy contento siempre sin saber porqué
y a tí te amo porque sí, sin apenas motivos.
Por eso, ahora, quiero extenderme
en un verso sencillo, en plena tierra,
en el centro mismo del asfalto
para poder amarte sin murallas
y entregarme fatal a tu ceguera
y dejar escrito en algun verso:
Amo su libertad, amada señora
y más que eso,
la pienso todo el día en libertad
y nunca pude comprender porqué
te quedabas, sumisa, a mi lado
esperando que yo consiguiera
alguna libertad y te la regalara.

Después, llegué a pensar que nome amabas
que estabas a mi lado porque mi belleza
mi manera de entregar mi cuerpo al amor
te defendían de Dios y un poco de tu madre.
Y, luego, algunos sucesos sin mayor importancia
siempre necesitabas un dinero que nunca tenías.
Eras terca y celosa de la manera más sencilla,
"no quiero, no quiero, no quiero y no me importa"
y te abrías de piernas y cerrabas tu corazón
y yo, no te comprendía, pero te amaba,
te amaba con fervor, sensible a tus palabras
siempre te hice creer que te deseaba.
Que era yo el que quería esto o aquello,
trabajé duramente hasta conseguir
construir en el mundo tus ambiciones
pero te hacía creer que mías eran tus ideas.

Ella me interrumpió convulsionada para decir:
Es verdad que hay cosas que Dios no me permite
y de preferir
preferiría que mi madre viva para siempre
y, también, es verdad, que ciertas tardes
se hicieron algo más claras con tu dinero
pero yo, mi querido, quiero dejar claro
que no soy ni terca ni envidiosa y
me gustaría recordarte sin malas intenciones
que la primera escena de celos me las hiciste tú.

Y desear, mi amor, ¿quién entiende el desear?
Tú me deseas, me deseas, así quieres que crea
pero sólo me besas cuando siento ese ardor,
cuando mis labios se incendian de locura.
Tú me deseas, tú me deseas, así lo dices
y yo ni puedo, siquiera, tolerar la ternura,
pero cuando yo transcurro indiferente,
a tus caricias, a tus besos ardientes,
sin pronunciar gemidos ni palabras,
enloqueces, de sentirte impotente
y cuando consigo pensar en otra mujer,
el deseo, mi deseo por ella corroe tus entrañas
y como un niño gozas y juegas como un niño,
y como un niño sólo vives por mi deseo.

No quise responderle, mas le dije:
Mi madre vive en ultratumba,
en un paraje, por mí, desconocido
y niño soy y seré siempre, mas no alcanza
y en cuanto al goce te diré: estás en lo cierto,
un hombre sólo goza si ella lo desea
y cuando ella se equivoca y desea con fuerza
que él vuelva del mundo derrotado y triste
el hombre vuelve a casa triste y derrotado
y ella, entonces, alcanza el cenit de la magia
resucita al moribundo y le concede un sueño:
Sueña que eres feliz, querido, que nunca te engañé,
que siempre fuiste sincero de tu parte, verdadero.

Miguel Menassa (1940)

lunes, 18 de mayo de 2009

EL QUE NO CANTA. Mario Benedetti

Cómo me gustaría
cantar pero no canto
prefiero darles letras a juglares
y si ellos las entonan me parece
que mis estrofas se visten de lujo

mis versos solos son algo raquíticos
reclaman trinos para hacerse fuertes
y piden voces que los enriquezcan/
a uno las letras le salen de adentro
y vienen hechas con sangre y sudor
pero la música espera en el aire
y elige elverso que más le conviene

cómo me gustaría
cantar pero no canto
por respeto a mí mismo y a los otros
a veces canto en sueño / sin pudores
versos de casi clásicos / o sea
de Darío y Machado / de Vallejo
pero ellos ya no pueden molestarse
porque en el purgatorio no hay audífonos

cómo me gustaría
cantar bajo la ducha
ah pero los vecinos más sensibles
elevarían un duro reclamo
contra ruidos molestos

esta canción de los que no cantamos
andará un tiempo huérfana de música
esperando / y ojalá que con éxito
que un viejo bandoneón o una guitarra
sobre todo una voz comunicante
la rescaten del pálido silencio
y le den vida de una vez por todas

Mario Benedetti (1920)

sábado, 16 de mayo de 2009

MI VOZ. Vicente Aleixandre

He nacido una noche de verano
entre dos pausas Háblame te escucho
He nacido Si vieras qué agonía
representa la luna sin esfuerzo
He nacido Tu nombre era la dicha
Bajo un fulgor una esperanza un ave
Llegar llegar El mar era un latido
el hueco de una mano una medalla tibia
Entonces son posibles ya las luces las caricias la piel el horizonte
ese decir palabras sin sentido
que ruedan como oídos caracoles
como un lóbulo abierto que amanece
(escucha escucha) entre la luz pisada

Vicente Aleixandre (1898)

viernes, 15 de mayo de 2009

ME VIENE, HAY DÍAS, UNA GANA UBÉRRIMA, POLÍTICA... César Vallejo

Me viene, hay días, una gana ubérrima, política,
de querer, de besar al cariño en sus dos rostros,
y me viene de lejos un querer
demostrativo, otro querer amar, de grado o fuerza,
al que me odia, al que rasga su papel, al muchachito,
a la que llora por el que lloraba,
al rey del vino, al esclavo del agua, al que ocultóse en su ira,
al que suda, al que pasa, al que sacude su persona en mi alma.
Y quiero, por lo tanto, acomodarle
al que me habla, su trenza; sus cabellos, al soldado;
su luz, al grande; su grandeza, al chico.
Quiero planchar directamente
un pañuelo al que no puede llorar
y, cuando estoy triste o me duele la dicha,
remendar a los niños y a los genios.

Quiero ayudar al bueno a ser su poquillo de malo
y me urge estar sentado
a la diestra del zurdo, y responder al mudo,
tratando de serle útil en
lo que puedo y también quiero muchísimo
lavarle alcojo el pie,
y ayudarle a dormir al tuerto próximo.

¡Ah querer, éste, el mío, éste, el mundial,
interhumano y parroquial, provecto!
Me viene a pelo,
desde el cimiento, desde la ingle pública,
y, viniendo de lejos, da ganas de besarle
la bufanda al cantor,
y al que sufre, besarle en su sartén,
al sordo, en su rumor craneano, impávido;
al que me da lo que olvidé en mi seno,
en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros.

Quiero, para terminar,
cuando estoy al borde célebre de la violencia
o lleno de pecho el corazón, querría
ayudar a reír al que sonríe,
ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca,
cuidar a los enfermos enfadándolos,
comprarle al vendedor,
ayudarle a matar al matador - cosa terrible -
y quisiera yo ser bueno conmigo
en todo.

César Vallejo (1892)

miércoles, 13 de mayo de 2009

RECITAL DE MENASSA EN MADRID

Miguel Oscar Menassa (Buenos Aires, 1940)El poeta Miguel Oscar Menassa ha ofrecido una selección de su obra poética en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África (Madrid) el 13 de mayo de 2009.
Poeta profundo y de versos, en la mayoría de los casos, sencillos, ha pasado durante 50 años por la medicina, el psicoanálisis, la pintura y el cine, pero su mansión siempre fue la poesía, de la cual nos ha dado una muestra.En cuanto a la temática de su poesía, cuando uno se encuentra con su obra, podríamos decir que, en general, este escritor se ocupa de todo. No encontraremos argumentos o razones acerca de qué es o cómo se hace la poesía, sino el ejercicio vital de esa entrega.
De su poesía han dicho:
Antonio Aliberti
: "En Menassa todo confluye en poesía, la poesía se justifica por sí misma."

Alberto Luis Ponzo: "Hay algo que se cumple en la poesía de Menassa, y es que escribe sobre lo que está pasando, pero no a cada uno de nosotros, sino lo que está pasando y deben saber las generaciones futuras."
Juan Jacobo Bajarlía
, (homenaje a Miguel Menassa en la Biblioteca Nacional, agosto 1995): "Estamos enfrente de una poesía que instaura los valores inalienables de la dimensión humana, una poesía en la que Miguel Menassa funda el objeto polisémico de un fervor que se hunde en las raíces del hombre para extraer las verdades absolutas o permanentes, como escribía Heidegger cuando definía la poesía como la fundación del ser por la palabra."
Nicolás del Hierro
: "Yo, un poeta de lenta elaboración, tengo, a fuerza de ser sincero, que descubrirme ante el torrente hermoso de quienes como tú escriben."
Concepción Silva Belinzón
(uruguaya, nueve veces nominada al Premio Nobel): "Con un sistema poderoso de señales, Menassa consigue el hallazgo imprevisto de hoy y de siempre, y lo hace como culminación de toda aquella belleza, superando sus propios elementos, porque puede erigir en Cuerpo Poético las relaciones y correspondencias entre los seres y las cosas, el misterio y el sentido de su trabajo creador. Cuando leo sus libros, mis manos se llenan de estrellas. "
Leopoldo de Luis
, (Premio Nacional de Literatura en 1976 y Premio Nacional de las letras en 2003) dice: "Hay dos clases de poetas: la del que requiebra a la poesía y la seduce con joyas verbales, y la del que se acuesta con ella, Menassa es de estos últimos."

(Texto tomado del blog de Alejandra Menassa)

martes, 12 de mayo de 2009

Del libro "La Mujer y Yo", - 47 -. Miguel Menassa

A medida que me acerco a los setenta años
comprendo con lujuria que estoy un poco solo.
Los jóvenes que crecen todo el tiempo
y los adultos que tienen problemas de dinero
y las bellas mujeres que vivirán al lado mío,
hasta que la muerte, en verdad, nos separe,
están muy ocupadas con sus cosas
con su propia vejez que se les viene encima
sin prisa pero sin ningún recato.

Así que te lo digo, a los setenta años,
conseguiré quedarme solo,
sin lazos de amor y de dolor,
solo, atado al mundo que me toca vivir
por palabras, por versos, algo de música
algún color desesperado con luz propia.
Pensando así, la verdad, amor mío
¿a quién no le gustaría envejecer?

A mí, me dijo ella, a mí
no me gustaría envejecer ni sola
ni mal acompañada y ya más de mil veces,
te dije, amado mío, que envejecen las plantas,
los muebles, el pavimento, las armas de guerra
pero la mujer, el sexo y la alegría no envejecen.

La sentí tan segura que llegué a pensar
que ella, de alguna manera, me decía:
Podrán envejecer hasta tus versos
pero nuestro amor, querido, no envejecerá,
aquí estoy yo, para sostenerlo,
y era tan hermosa cuando lo decía
que yo la vi diosa y desnuda,
desnuda y valiente toda para mí
y ahí fue cuando no tuve
miedo de envejecer o de morir.

Ella me habló del mar y yo lo entendí todo:
su carne esplendorosa sería la guarida
de mi vida carnal y mi palabra
y su carne, sin límites, del deseo,
la pulsión desmedida de mi canto,
será tumba de amor para mis huesos.

Palabra contra piedra, piedra contra palabra
se escribrirá una historia, tal vez, de amor.

Hoy dos amantes mueren y, a la vez,
perduran en un verso de amor
donde la muerte atada por palabras
unidas entre sí al sol,
ocupada, con alguna inocencia,
de sus cosas, nos dejará
vivir un día más, un amor más,
nos dejará terminar este poema.

Y, después, dijo ella resignada,
la muerte perseguirá a los amantes
hasta alcanzarlos y algo les dirá,
algo les dirá, repitió ella, interrogándome.

Bueno, le dije yo, tranquilizándola,
si se tratara de nosostros dos
la muerte no diría nada.
Se quedaría enmudecida, pálida de dolor,
por tener que matar tanta hermosura.

Pero algún dia, igual, lo hará
insistió, ella, terca y ensombrecida
y yo, macho y cantor,
sin darme cuenta de mis años
le dije toda la verdad:

Tenemos como cien años, amor mío,
algún día vendrá.

Miguel Menassa (1940)

jueves, 7 de mayo de 2009

CÓDIGO DEL OBSESO. Gonzalo Rojas

1) Busco un pelo; entre lo innumerable de este Mundo busco un pelo
disperso en la quebrazón, longilíneo
de doncellez correspondiente a grande figura
de muchacha grande, pies
castísimos con uñas pintadas
por el rey, airosos los muslos
de la esbeltez dual, en ascenso
más bien secreto, de pubis
a axila, a cabellera
torrencial tras lo animal del número
ronco de ser, busco un pelo

2) espléndido de mujer
espléndida, clásica,
músico
de tacto preferiblemente intrépido
de Boticelli, aúreo
y corrupto de exactitud, castaño
de fulgor, finísimo, de alto a
bajo busco un pelo

3) unigenito, seco de aroma,
entre el aire y el descaro
del aire, ni rey
a remolque de esta invención, ni tamaña concubina
venusina, flaco
y cínico:
-Galaxias
no me quiten el sol. Pajar del cielo:
lo que busco es un pelo.

Gonzalo Rojas (1917)

miércoles, 6 de mayo de 2009

LABIOS LIBRES. Mario Trejo

Al cabo de las tierras y los días
de horarios y partidas y llegadas
y aeropuertos comidos por la niebla
enfermo de países y kilómetros
y rápidos hoteles compartidos

Luego de esperas
prisas
y rostros y paisajes diferentes
y seres encandilados por el olvido
o abiertamente besados por la vida

Después de aquella amada
y esa otra apenas entrevista
mujeres cogidas por mi soledad
y ahogadas por las bellas catástrofes

Luego de la violencia y el deseo
de comenzarlo todo nuevamente
y los errores
y los malentendidos cotidianos
y los hábitos torrenciales del trópico
y noches acariciadas por el alcohol
y tabaco fumado con tanta incertidumbre

Al cabo de un nombre que no me atrevo a decir
y de alguien que yo llamaba Irene
de cierta voz
cierta manera de clavar los ojos
al cabo de mi fe en el entendimiento de los hombres
y en el corazón de ciudades y pueblos
que nunca sabrán de mí

Luego de tanta tentativa de huirme o enfrentarme
y comprender que estoy solo
pero no estoy solo
al cabo de amores corroídos
y límites violados
y de la certidumbre de que toda vida
no es más que los escombros
de otra que debió haber sido

Al cabo del hachazo irreparable del tiempo
sólo puedo blandir estas palabras
esta obstinación de años y distancias
que se llama poesía

Mario Trejo